Triste petit prince


Es como aquel cliente que no sabe lo que quiere cuando tiene tantas galletas de chocolate al frente. Esa es Vero, termina comprándose un café con soda V.

Esteban le recomendó tomar un calmante, lanzar o alejarse de las tentaciones de la carne. para solucionar sus problemas o mejor dicho, evitar que lleguen a ella. Vero se hace la ingenua, excusándose de mil maneras. Sabe que la historia acabará con un tipo tirado en la acera, tomando su batido de alcohol metílico, cáscara de naranja y un chorrito de lejía.

El triste petit prince será exprimido hasta sacar la última gota de diversión. Su château será destruido por la irreverencia de Vero y sus ganas de matar el tiempo.

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