Carritos chocones
Vero ya aceptó que no puede cambiar. Hace unos días intentó disfrutar del cambio de clima y fue al Coney Park con sus amigos. Mientras uno a uno llegaba, ella esperaba con ansias casi desesperación a petit prince. No se hablaban mucho pero era la ocasión ideal para entablar una relación y pasar del hola qué tal cómo te va. Las personas cubrirían su deseo por verlo, bajo el pretexto de "salir a jugar" y nada más.
Ya estaban todos, menos él. Asumió que no vendría sin tanto dolor, su objetivo era divertirse con petit prince o sin él, lo mismo es. Vero pretendía engañarse. Con una sensación de amargura y acidez, arrugó su rostro para sonreír y fingir que todo anda bien. Sus amigos estaban concentrados en decidir si subirse al gusanito o los carros chocones así que jamás descubrirían su angustiante corazón.
La fila era tormentosa, le daba tiempo para preguntarse por qué el idiota de petit prince no llegó. Estaba molesta. Es comprensible. Organizó un reencuentro para verlo y el invitado especial brillaba por su ausencia. Ya se acercaba su turno para entrar, subirse a un carrito y matar las penas chocando contra los demás. Su piel se erizó, volteó y escuchó "Oye déjame entrar, se me hizo un poco tarde". El idiota llegó cuando ya lo había superado.
Su temperatura corporal aumentó, su respiración aceleró y miles de cosas pasaron por su mente, entre ellas, si sus dientes estaban limpios. Vero no pudo controlar su emoción, lo jaló de la mano y se subieron al carrito rojo. Él cogió el volante y manejó. La adrenalina de estar a su lado, la hizo imaginar que era la chica bonita de Rápidos y Furiosos 2.
La realidad era otra, petit prince no sabía lo que ella sentía, Vero corría a su lado sutilmente y luego retrocedía para no ser obvia pero sus gestos la delatan, siempre lo han hecho. No sé cuánto tiempo durará su discreción o cuánto tiempo él fingirá no darse cuenta.
Comentarios
Publicar un comentario