Ovejitas al corazón


Juro que estoy libre de maldad. Hace tiempo eliminé mis últimas toxinas de vulnerabilidad. Limpia y pura quedé, hasta que apareció le petit prince con su nada elegante colonia de arrogancia. Dejó apestando el pequeño espacio cuadrado que habito. Se dice bonjour o si quieres salut, pero no pases de frente ignorándome.

Convivir con le petit prince es como hacer un tour a la luna. Nouvelle lune, que de nada tiene la culpa. Salta, salta pequeño ya que con tus lociones no me alcanzarás, jamás. No te soporto, tengo fobia a los castillos, a las estrellas, a ti.

Sabes por qué lo odio, porque ahora debo abordar mis problemas clínicamente. No basta con aceptarme como soy si en mis peores momentos aparece como mon héros, mon petit héros. Trastornó mi vida en una noche de pleine lune. Contándome sus más oscuros misterios.

Cambió de perfume, ahora huele a carantoña. Es agradable. 

Alerta, esto es una emergencia, súbanme a la camilla para inyectarme ovejitas al corazón. Quiero dormir y sentir que eso nunca pasó. Rendre amoureuse del petit prince solo sucede en los cuentos de hadas y esto es la historia de Vero, la manzana. 

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