Tarántulas mentales


Vero dormía en su carpeta, el salón estaba vacío. Abre los ojos y ve su entorno borroso, aún no entiende qué pasó. Tenía su examen en blanco y al costado una nota que decía: “Es imposible si lo crees”. En un abrir y cerrar de ojos la nota desaparece junto al examen.  El salón oscurece.
Ella se encuentra en el medio del patio. La gente pasa por su lado como si no existiera, sin embargo Verónica observa que el tiempo pasa muy rápido, que todos avanzan mientras ella se estanca.

Es como derrumbarse o mejor dicho suicidarse. Quedarte parado e inmóvil, esperando que el tiempo te empuje o que la vida te mate. Te das por rendido. Inventas problemas para justificarte que luego se convierten en tarántulas, producto del miedo,  cuando solo hay que aplastarlas.

Vero retrocede con temor, se toma un segundo para respirar y decide intentarlo, esta vez de verdad. Va a la biblioteca y se poner a estudiar. Las agujas del reloj giran y llegó la hora de su examen final.
Con el papel en blanco bajo sus manos, coge el lapicero y no sabe por dónde empezar. De repente aparecen esas tarántulas, una por la puerta, otra bajo su carpeta, intentan detenerla. Llenan su mente de palabras que la hacen flaquear.

Verónica tomó el control, con un grito de desesperación, cogió su hoja y la aplastó. El animal murió y sus temores también. Confió en ella y bastó con su decisión para exterminar a sus tarántulas mentales.


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