Más tapioca
Blanco por aquí, blanco por allá, un par de cámaras moviéndose y una chica rara intentando verse normal. El profesor grita, yo no lo entiendo, mi mente no tiene ganas de procesar información. Solo siento una energía que me estorba. Deberían prohibir espectadores, impiden el desarrollo del programa, impiden que me concentre.
Hoy es el día de hacer frente al seudo problema, ya practiqué toda la noche, llamé a mi amigo para simular una conversación, practicamos lo suficiente, me puso en el peor de los casos para ver cómo me desenvuelvo y salí aprobada. Estoy lista para acercarme con seguridad y decirle "¿Podemos hablar?"
Era el momento adecuado, al fin los dos solos con plantas secas rodando. Olvidé mi introducción, debí hacer un guión. De repente la conversación empezó a fluir. No tuve que decir un hola qué tal, ni un qué ha sido de tu vida, ni preguntarle si entre nosotros todo está bien, porque sentí que nos estábamos conociendo, como la primera vez.
Me gustó estar a su lado, me gustó conversar sin prejuicios de que algo más podría pasar, me gustó no sentir tensión y dialogar con naturalidad, sin pretensiones ocultas. Quizás fue el clima que nos remontó al invierno y aquellos días en los que las tapiocas salían volando.

Era el momento adecuado, al fin los dos solos con plantas secas rodando. Olvidé mi introducción, debí hacer un guión. De repente la conversación empezó a fluir. No tuve que decir un hola qué tal, ni un qué ha sido de tu vida, ni preguntarle si entre nosotros todo está bien, porque sentí que nos estábamos conociendo, como la primera vez.
Me gustó estar a su lado, me gustó conversar sin prejuicios de que algo más podría pasar, me gustó no sentir tensión y dialogar con naturalidad, sin pretensiones ocultas. Quizás fue el clima que nos remontó al invierno y aquellos días en los que las tapiocas salían volando.
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