Helado inmaduro

La cola atravesaba mi paciencia, él se ponía insoportable con su silencio y su estática sonrisa de “todo estará bien”. Un niño corrió sin dirección y chocó contra mí, me embarró con su helado de fresa, pero qué importa era de Speciale y además es un niño, tiene todo el derecho de andar corriendo y atropellar a la gente. Por más ganas de amarrarlo a una silla, tenía que controlarme porque “soy adulta” no puedo salir de mi loseta de normas. 

Él seguía sin perturbarse, creo que perdió la consciencia y no veía mi deplorable estado, el sol intenso, pies inquietos de un lado a otro, muchas risas, larga cola, y una cajera derrochando paciencia. Me dijo “tranquila, falta poco” y esa fue la última frase que soporté, fui al baño y jugué Boom Beach. Esperé que toque la puerta, pero no lo hizo así que salí.

No había cola, no estaba el niño, tampoco escuchaba risas. Solo vi a la cajera y él parado con mi helado. 
                 - Apareciste, que bueno porque tu helado comienza a derretirse
                 - No me buscaste
                 - Qué tan lejos podrías ir
                 - Muy lejos, no me buscaste
                 - Sabía que volverías y aquí estás
                 - No te importo, no me buscaste
                 - Tengo mi polo manchado de helado, estoy sudando, siento calor y no soporto esas risas 
                 que parecen chillidos, odio hacer cola pero aquí estoy y aquí está tu helado. 
                 No seas rara, no tienes porque alejarte.

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