Tun tun tun

Si te gusta alguien no tienes que elegir, no te tienes que cuestionar. 
Si te gusta alguien y te sientes libre, hazlo. 


La costumbre es la  prisión de tu vida. Corre antes que te atrape, porque nunca podrás salir a pesar de estar desatada. Te sentirás cómoda pero no feliz, tranquila pero no con paz, amada pero serás la amante. Un día te preguntarás si valió la pena y simplemente no sabrás qué responder porque no haz conocido más que tu pequeña burbuja de cristal.

Tu curiosidad la metiste en un frasco oscuro, para alejarte de la tentación y convencerte que no hay mejor cosa que el dichoso amor. Aquel amor que predicas y ostentas. Aquel amor por el cual sacrificas tus sueños de película y por alguna razón crees que es el oxígeno de tu vida y sin él morirías. 

Todo se reduce a tu miedo al dolor. Cuando lo conoces de cerca, lo quieres alejar de ti y harás lo que sea para no sentir ese nudo en la garganta que te rasga la voz, esas puñaladas en la sien y la nauseas que te estrujan en estómago. Más de 40 días y 40 noches a la luz de tu lámpara, pensando que quizás cometiste un error, que no debiste alejarte, que tu destino estaba marcado y ahora serás infeliz con un gato pelirrojo a tu lado.

Probablemente tu problema es pensar. Utiliza la intuición que es lo más cercano a tu alma y no se atormenta con razones ni hipótesis. Quizás lo que sentiste jamás olvidarás, lo buscarás en tus sueños y pensarás que volverá pero en el fondo sabes que no es verdad. Inventarás excusas para regresar y cuando estés a un paso de distancia escucharás a lo lejos que alguien te grita no seas estúpida una vez más.

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