Salvajes y con anemia

En el transcurso de estos años creí que era "la chica de las historias largas". Asumí ese papel. Desde el primer día planificaba el rumbo de mi cuento. Me concentraba en llegar al final feliz y dejaba de lado el presente, no lo disfrutaba porque suponía que todo estaba asegurado.

Fuimos a La Terraza para comer alitas dulces con té piteado, en ese momento sentí que era real. Dejamos de ser personajes juzgados para solo ser él y yo sentados en una mesa conversando de nuestros problemas. Entendí que en las historias cortas se puede vivir y sentir más.

Dejé de pensar en mi final feliz. Solo me preocupaba de que le quite la cáscara a los tomates para la ensalada y él lo hacía renegando porque sabe que soy caprichosa. Es la mañana y la noche que nos acercó, sin tener tiempo para meditar si era lo correcto o no. Nos divertimos, qué más importa.

Vivimos bonito, vivimos salvajes y con anemia. Vivimos el tiempo suficiente para reconocer el final, uno sin dramas como prometió. Esta fue mi historia corta en la que pude desnudar su alma y dedicarle este post.  

Comentarios

Entradas populares