Encuentros de inodoro
Olvídate Bar |
El estado etílico de tu organismo te predispone a aceptar. No evalúas los antecedentes, solo sabes que está tirada en tus brazos, a lado de un baño y no hay ojos saltones que puedan interrumpir tus anhelos. Olvidas que es la ex de tu amigo, olvidas que hace unos días él te mencionó que regresarían, olvidas... ya qué importa, ella te obliga a cerrar la puerta. Contra la pared, furiosa quiere que la sometas.
Recuerdas que grandes amores se conocieron junto al inodoro. Es tan romántico, sin embargo, lo cursi del baño no te distrae de la situación. Pim pam plum. 15 minutos, te sientes satisfecho. Ella está desquiciada, va en busca de más, más, más pero alguien toca la puerta. Te asustas. Recobras la razón. La miras y descubres asombrado que te infiltraste contra la naturaleza y donde no debías.
Al salir, no puedes ocultar tu agitación, así que mientes y dices "sufro del corazón", la gente te cree, por qué no hacerlo, aunque sabes que tu excitación se debe a la traición. Eres tácitamente un triunfador, una parte de ti se da golpecitos en el pecho por tu gran hazaña y la otra parte, corre en círculos con desesperación. ¿Deberá contarle a su amigo o invocar a la suerte para que nunca se entere?
La verdad no siempre se descubre, hay que tener habilidad para enterrarla y ocultar el arma. Si no sientes remordimiento, pues la vida es más fácil, al tacho los valores morales de Aristóteles, tu felicidad es el silencio y nadie te puede juzgar por eso.
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